viernes, 15 de marzo de 2013

¿Ya escuchaste al Quijote de La Mancha?

El día de hoy leí el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Y uso el verbo leer en su más amplio sentido ya que no toqué el libro y no posé mis ojos en la palabra escrita. Lo escuché a través de un audiolibro mientras ocupaba mis manos y mi vista en otra tranquila tarea.

Es la segunda vez que me acerco a una obra literaria a través del oído y no los ojos. La primera vez fue a mis cinco años con aquel disco grande y rojo que contaba la historia de una niña llamada Heidi. Obra escrita en 1880 por la escritora suiza Johana Spyri, aunque la versión del disco rojo está basada en la popular serie japonesa de anime de 1974.  
Me imagino, si son de mi edad, que ustedes también cantaron alguna vez el “Abuelito dime tú” mientras se acostaban de panza sobre el piso observando la bocina del tocadiscos. Si no les tocó esa época lamento que se han perdido de un lindo recuerdo.
Hoy no me acosté de panza, pero sí volteaba de vez en cuando a la pantalla de mi laptop viendo en YouTube la primera portada impresa de la aclamada obra de Miguel de Cervantes Saavedra, observando la barra roja que me indicaba cuanto tiempo le quedaba al segmento que escuchaba. Lista para abrir el siguiente fragmento auditivo.
Lo estoy disfrutando bastante. Me siento atraída tanto por la maestría de la obra cervantina como por el ritmo y acento español del lector masculino. Se me erizó la piel al ver al Quijote subir a su Rocinante, y agité unas cuantas veces mi cabeza con coraje al escuchar como el sacerdote, el barbero, la sobrina y la criada disponían con brutal lógica de la biblioteca del hidalgo, quemando tantos preciados ejemplares considerados peligrosos para la salud mental del anciano. Sentí los libros quemar e irremediablemente recordé a Ray Bradbury y su Fahrenheit 451, uniendo en mi mente por un momento a dos obras en temporalidades contrarias.
Oír esta obra me hace cuestionar las actividades de promoción lectora a las que he dado prioridad hasta el momento. Pienso que jamás dejaré de promover la lectura con libros encuadernados porque es el medio más manejable y autónomo que hay para disfrutar del mundo literario. A diferencia del audiolibro o libro electrónico que requiere de instrumentos y los instrumentos requieren de energía para funcionar.
Pero creo que cuando hay la forma y los medios debemos aprovechar todos los formatos en que la literatura se exhibe no solo para incluir a los individuos que carecen de alguna habilidad física o habilidad lectora, sino aquellos que carecen de la paciencia o del tiempo para leer un libro.
Somos lamentablemente un país repleto de analfabetas funcionales debido a las carencias creadas por las instituciones a las que hemos confiado nuestra formación. En torno al rol que juega la lectura reconocemos su importancia en nuestra sociedad pero nos negamos a darle importancia y tiempo en nuestra vida individual. Parece ser que no aceptamos o reconocemos que el límite de nuestras lecturas limita nuestra expresividad y finalmente limita nuestra calidad de vida.
El día de hoy, mientras mis manos y ojos se ocupaban en otra labor, mi imaginación me transportaba a las tierras de La Mancha y sentía a la obra con tanta pasión como si el libro estuviera frente a mí. Sé que muchas personas que se rehúsan a leer un libro lo hacen porque no identifican el objeto como algo que produzca placer. Aprovechemos entonces que alguien ha sacado la obra del papel y pongamos todos los formatos y medios sobre la mesa. Tal vez si en el futuro llegamos a un espacio equipados con una grabadora y preguntamos “¿ya escucharon al Quijote de La Mancha? será el justo motivador que amplíe los horizontes creativos y expresivos de una persona, una familia, una sociedad.

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